lunes, 11 de agosto de 2008

La revolución es mujer

Kaybeliz López


A pesar de que el asiento de la Primera Dama quedó vacío y frío, el proceso de cambio ha avanzado de la mano férrea y grácil de las mujeres venezolanas, que no ha descansado para realizar cambios profundos en las comunidades excluidas por la derrotada aristocracia burguesa. Tanto así que «el Proceso» se rebeló y con orgullo se presentó ante el mundo como la Revolución Bolivariana Socialista de Venezuela.

Revolución que huele a tierra mojada y cosecha, a redes y agua salada, a cuaderno y sacapuntas; que se siente como barro en las manos y rápida como el hilo que se une para tejer la tela más sólida y colorida. Es madre creadora y protectora de cada hijo e hija de éste y todos los continentes.

Ver la estampa de una mujer, Luisa Cáceres de Arismendi, en nuestra moneda nacional, es una de las tantas reivindicaciones de nuestro pueblo. Era una niña cuando tuvo que luchar por su vida con dignidad, cruzó el país junto a su familia para escapar de la rapiña española.

Descalza, hambrienta, agotada y hasta aburrida quizás, caminó días y noches viendo morir a algunos de sus seres queridos durante este terrible éxodo. Llegó a Oriente y al tiempo se casó con Juan Bautista Arismendi, siendo víctima del Imperio -otra vez- al ser secuestrada para chantajear a su esposo. La joven pasó encerrada los meses de su embarazo y vio morir a su hija recién nacida en la frialdad de un calabozo. Jamás bajó la cabeza.

Una muchacha como muchas, a quien se le arrebató la niñez, la juventud, la vida misma por poder y dinero; una venezolana, como hoy, una colombiana, una afgana, una iraquí, una palestina, una israelí o una estadounidense, porque el Imperio también condena a sus ciudadan@s. Dijo una periodista, en la sección de Economía de CNN en español, que ahora en EEUU la clase media ha mermado progresivamente, cambiando y haciendo más crítica la diferencia entre los extremos: hay cada vez menos ric@s –pero más poderos@s- y más pobres -y empobrecid@s- con peores condiciones de supervivencia.

Como condenad@s están l@s estadounidenses a la ceguera, una miopía causada por el miedo y la xenofobia que su Gobierno continúa incrementando con medios de difusión parecidos –sino gemelos- a Globovisión y RCTV Internacional, entre otros, donde las desgracias del mundo son un show que insensibiliza a la colectividad mientras ganan millones para gastar en el shopping.

Y la vida de millones se continúa canjeando por dólares para el goce y el lujo de quienes exprimen nuestros recursos y secan la Tierra, y así como la joven Luisa, otras madres sobreviven a los adversos castigos del capitalismo, resistiendo y venciendo para reconstruir la familia y la patria.

Igualmente, la Revolución Bolivariana abraza a la América Latina y al mundo entero, enseñando el pensamiento y la obra de Bolívar, que busca la unión y el desarrollo integral como human@s, herman@s y habitantes de este planeta. Quien no es oligarca, capitalista, individualista, machista, destructor(a) y asesin@ -y, por supuesto, no pretende serlo- no teme a la Revolución.

La mujer y su labor infinita de crear conciencia y procrear vida a su paso, es el corazón rojo y fuerte que aviva la Revolución con pasión, entrega y amor. Chávez encontró en ella a su más grande y leal compañera.

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