lunes, 11 de agosto de 2008

Aportes para la construcción de una Universidad Popular

Oliver Rivas


A todas luces resulta importantísima la discusión sobre la política de la revolución hacia la educación (el horizonte programático revolucionario en el ámbito educativo), pero además reflexionar-actuar sobre como la educación incide en la transformación revolucionaria. Partir de esta contradicción nos ayuda a entender por qué la educación universitaria que tenemos –inclusive en la UBV/Misión Sucre- no es todavía «la educación de la revolución» y, a la vez, cómo y en qué medida ésta puede aportar a los cambios profundos que se gestan y avanzan en la sociedad venezolana y latinoamericana.

Tanto en las universidades nacionales autónomas como en las universidades creadas en los últimos años tiene profunda vigencia la discusión sobre la necesidad de una universidad popular. Una universidad que no sólo parta de los saberes populares (sistematizados por la academia o no), sino que a ellos vaya para transformar la realidad, en una relación de diálogo sincero, que potencie la organización del pueblo oprimido para la lucha social. Si la UCV, ULA, LUZ, UDO, USB, que existen desde hace muchos años, o la UBV/Misión Sucre, UNEFA, nuevecitas todas, son universidades populares para la emancipación de la clase explotada o no, es la pregunta que deberíamos hacernos para generar las respuestas y el qué hacer revolucionario concreto.

Por un lado, en las universidades autónomas la oposición ha hostigado a las fuerzas progresistas y revolucionarias hasta acorralarlas parcialmente. La izquierda revolucionaria pasó de ser hegemónica en el frente universitario a ser resistencia. Principalmente porque las universidades nacionales autónomas (que concentran mayor parte del estudiantado) en su mayoría han sufrido privatizaciones de hecho (restricción del ingreso, horarios inflexibles, costo del estudio…) y secundariamente, por los errores tácticos recurrentes de la izquierda en este ámbito. Sin embargo, la lucha en las universidades nacionales autónomas sigue siendo contra una praxis educativa colonizante, enajenante, aristocrática, inquisidora. Una praxis que lacera notablemente hasta a los estudiantes de la supuesta clase media (aquella parte de la clase trabajadora que cree que sólo por aspirar a ser rica, ya lo es). Todo intento de cambio debe trascender a lo reivindicativo y transformar esa praxis, pero los elementos constitutivos sólo van emerger de la lucha misma. El ingreso libre e irrestricto es indispensable para lograr la presencia contrahegemónica de las clases que no se ven favorecidas por esa universidad de los «otros», los colonizadores.

Por otro lado, en las universidades de «nuevo tipo», la dinámica tradicional genera una contradicción entre lo que dice que deben ser y lo que realmente son la UBV/Misión Sucre, UNEFA y otras. Los lastres burocráticos que imponen la presencia y la lógica de los estudiosos expertos que casi nunca tienen relación con luchas reales, convierten la intención de una universidad al servicio de la lucha de los pueblos, en una mofa. Se termina imponiendo el saber académico y la praxis constituida, de la más pura división social del trabajo, entre los que saben y los que no saben (porque no tienen título), entre los que dirigen y los dirigidos, el anti-diálogo, la contradicción teoría-praxis, y la negación de la condición de sujeto de los y las estudiantes. En muchos casos, ni siquiera se discute, sólo se reproduce mecánicamente una cultura heredada. Además, se da como una universidad hecha, de forma que no involucra al estudiante para hacerla. Por tanto, tiene también vigencia una universidad que rompa definitivamente con la herencia hegemónica occidental y se convierta en la plataforma de apoyo a las luchas sociales, no como un concepto para tener 20, sino como una realidad. Una universidad que mediante el diálogo con y desde los movimientos sociales sea la palanca de transformación social que NO ES.

En ambos casos, hablamos de una Universidad Popular, donde no sólo entre el pueblo, sino que se haga desde las aspiraciones, deseos y necesidades del pueblo. Por eso, sólo nos queda…

¡LUCHAR, LUCHAR, POR UNA UNIVERSIDAD POPULAR!

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