lunes, 11 de agosto de 2008

La integración energética y el papel de la clase trabajadora

Ernesto Silva


La creciente contaminación y emanación de gases tóxicos al ambiente, unida a los
procesos de desertificación y deforestación, en constante aumento, son desde hace más de 50 años algunas de las causas del desgaste sistemático de nuestro planeta, en un proceso continuo de agotamiento de los principales recursos naturales que permiten la existencia de la vida humana, animal y vegetal.

En torno a los recursos naturales que nos proporcionan energía, existe una inclinación mundial por explotar hidrocarburos, que por sus costos de producción, almacenamiento y distribución representan, desde el punto de vista económico, la forma más rentable de producción energética. El alto y creciente consumo de hidrocarburos para alimentar la inmensa demanda energética de EEUU, que consume el 26% de la producción mundial de petróleo, y de economías ascendentes como las de China, India y países europeos, está haciendo que las reservas de hidrocarburos existentes se agoten con mayor rapidez, lo que generará en un tiempo corto una inminente reducción de la oferta de hidrocarburos a nivel mundial. Esto, junto a otros factores como la especulación financiera, traerán consigo una afectación económica que se propagará a nivel mundial.

Venezuela es hoy el país con mayor potencial de reservas de hidrocarburos en el mundo y uno de los países con mayores posibilidades de crecimiento y desarrollo. Para las grandes potencias y los mayores consumidores de energía, es un apoderado estratégico que hay que controlar y dominar. Las políticas del gobierno revolucionario venezolano orientadas hacia el control total de la exploración, producción, almacenaje y distribución de hidrocarburos, impulsando la plena soberanía petrolera y el desarrollo de la industria nacional, con un enfoque estratégico de integración regional, son causa de incomodidad para las grandes multinacionales energéticas y para el imperialismo en toda su amplitud, que depende de Venezuela para alimentar su sed energética. Nuestro país es el tercer país suplidor de hidrocarburos de los Estados Unidos.

Las reservas probadas de petróleo de Venezuela en la actualidad son de 80 mil 582 millones de barriles y, al completarse el proyecto de certificación de las reservas de la Faja Petrolífera del Orinoco, se adicionarán 236 mil millones de barriles de crudos pesados y extrapesados, para conformar las mayores reservas de petróleo del planeta. De las estrategias llevadas en materia energética dependerá el futuro de la región suramericana y caribeña. Venezuela, por la cantidad de recursos energéticos que posee, juega un papel fundamental en el proceso de unificación regional, como suplidora de hidrocarburos y como impulsora de políticas de integración.

Hasta los momentos el gobierno revolucionario ha sido el encargado de alentar esas políticas energéticas integradoras, pero quedan algunas incógnitas por responder:

¿Cuál es el papel que vienen jugando las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país y, específicamente, de la industria petrolera, como garantes de que esas políticas se cumplan a cabalidad?
¿Cuántas de esas políticas han sido generadas desde la organización conciente de las trabajadoras y los trabajadores?

¿En qué medida apoyarían las trabajadoras y los trabajadores a impulsar y afianzar esas políticas energéticas?

El papel que juega toda la masa laboral es indispensable para alcanzar ese objetivo estratégico de unidad regional, no sólo desde lo energético, sino en los ámbitos económico, político y social.

Las relaciones sociales que se reproducen en el seno de las empresas del Estado y, específicamente, en la industria petrolera, han estado dominadas históricamente por concepciones y modelos de producción capitalistas, sujetos a posiciones epistemológicas que alejan la investigación del proceso mismo de producción de conocimientos en función de transformar la realidad. Existe una relación inseparable entre los sujetos de la clase trabajadora, compuesta por personas que ocupan puestos de dirección y quienes se desempeñan en el resto de la cadena productiva. La distancia que separa estas posiciones en la producción debe hacerse más corta a medida que se innova en la creación de una Empresa Petrolera Socialista.

En el proceso de producción social no sólo surgen relaciones económicas, sino que también se hacen presentes las relaciones políticas, ideológicas, psíquico-sociales, jurídicas, territoriales, nacionales, entre otras. Es de suma importancia que en el proceso de creación de un nuevo modelo de empresa petrolera se constituya una Dirección de Producción Social, que abarque todos los componentes de la producción e involucre a todas y todos los participantes de la actividad laboral. Esta Dirección de Producción Social debe tener como elementos fundamentales las siguientes directrices:

- La planificación de la producción
- El conocimiento y uso de las leyes económicas objetivas
- El carácter social de los medios de producción
- Un objetivo único: el socialismo

Si toda la masa laboral, independientemente del lugar que ocupe en el proceso productivo, comparte unos mismos ideales, es decir, si se reproduce una unidad sociopolítica e ideológica conciente de las y los participantes en la producción, es posible lograr el objetivo: el Socialismo y la Integración Regional, tomando como arma principal las políticas energéticas impulsadas desde la Clase Trabajadora CONCIENTE.

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